Fueron los nervios propios de la emoción, las ganas enormes de compartir una buena noticia con la familia. Pero no era ni el momento ni el lugar.

Y es que Meghan Markle no pudo esperar para compartir el secreto que guardaba desde hacía unos días: estaba embarazada de su primer hijo. El problema es que aprovechó para contárselo a la familia durante la boda de Eugenia de York, lo que no sentó nada bien ni a la novia, ni a su hermana ni a su madre, Sarah Ferguson. Ni siquiera al propio príncipe Harry, que incluso se sintió avergonzado. No solo es una afrenta para la familia de los novios, sino también un fallo grave de protocolo, ya que se supone que todo el centro de atención debe ser únicamente la protagonista del día.

Aunque era algo que se había comentado desde entonces, se ha confirmado ahora, gracias al libro ‘Royals At War’, escrito por los periodistas Dylan Howard y Andy Tillet. En él se da la clave del origen de la supuesta tensa relación que tiene Meghan Markle con Sarah Ferguson y las hermanas York, de la que se han escrito muchos titulares hasta el día de hoy y por la que incluso se dudaba de que los duques de Sussex estuvieran invitados a la boda de Beatriz, prevista para el pasado 29 de mayo, pero pospuesta sin fecha a causa de la pandemia.

Son muchos los gestos por uno y otro lado en los que los medios británicos han visto las pruebas evidentes de que la relación entre las York y Meghan es más que fría, empezando, precisamente, por aquel anuncio de embarazo.

El Palacio de Kensington anunciaba de forma oficial que los duques de Sussex estaban esperando su primer hijo tres días después de la boda. Y no tardó en haber una respuesta. Nada más conocerse la buena noticia, Sarah Ferguson publicó en su Twitter algunas fotografías inéditas de la boda de su hija. Un gesto en el que muchos vieron una pequeña venganza hacia Meghan por haber robado el protagonismo a Eugenia en su gran día.